Esto de la “superioridad
moral de la izquierda” se ha convertido en un sofisma a lo largo del tiempo y
lo peor no es solamente que la izquierda se crea que es así, sino que parte de
la derecha parece ser que traga con él.
Parece como
si en España todos hubiéramos suspendido en historia. Aquí parece ser que los
desmanes siempre vienen por la parte de estribor sin que no hubiera habido
casos como Filesa, GAL, expolio de los fondos reservados y ahora los ERE’s
socialistas fraudulentos de la Junta de Andalucía amén de otros muchos
dispersos a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Mucha
prensa omite o minimiza todas las noticias que pueden perjudicar a la izquierda
mientras que las contrarias son magnificadas y otras veces, sobre todo siendo
Ministro del Interior el Sr. Pérez Rubalcaba, las detenciones y “entradas” en
Ayuntamientos se televisaban en directo, habiendo sido notificadas previamente
y de forma misteriosa las emisoras. Ya estaba adjudicada la pena del
telediario.
La
izquierda en España siempre ha gozado de un prestigio, de un halo beatífico,
totalmente inmerecido y falaz, sin un razonamiento lógico y sólido donde basar
esa fama, donde mantener esa falsedad.
De una manera
incomprensible se atribuye la izquierda a sí misma la máxima sensibilidad
social. Según ellos son los únicos que se preocupan del problema de las
preferentes, las hipotecas, el paro, etc., etc. Por supuesto, la derecha “no
presta atención a estas cuestiones” porque según la izquierda estos problemas
salen fuera de su innoble sensibilidad.
Para todo
esto ha tenido y tiene mucho que ver el inmenso aparato propagandístico que
siempre ha hecho funcionar a todo gas manipulando y falseando todo lo que
ocurre, cambiando y manoseando los hechos y volviéndolos a su favor de una manera
sectaria siendo sobre todo unos verdaderos especialistas en la ocultación y tergiversación
de la verdad histórica. Hay que recordar
que al poco de obtener el acta de diputado Pablo Iglesias dijo en el parlamento
“Este partido estará en la legalidad mientras la legalidad le permita conseguir
lo que necesita y estará fuera de la legalidad, cuando ella no le permita
realizar sus aspiraciones” y así ha sido siempre. ¡Muy democrático!
Lo peor de
todo es que con esa supuesta superioridad moral de la izquierda se perdona a si
misma las mayores desviaciones e inmoralidades en la convicción de que sus
acciones conducen inexorablemente al bien común, es decir, a la felicidad del
pueblo.
No hace
falta recordar ahora cual ha sido la historia de socialistas, comunistas y anarquistas
para constatar que siempre ha estado sembrada de acciones reprobables de las
cuales deberían avergonzarse.
El centro
derecha y la derecha misma tienen que comprender que de superioridad moral de
la izquierda nada de nada y para eso en primer lugar hay que dejar de ser “maricomplejines”
y afrontar el debate sin ningún tipo de miedos. Se debe recapacitar y llamar a
las cosas por su nombre sin dejarse amedrentar por toda esa tribu que no deja
de mirarse el ombligo de su presunta perfección.